lunes, 30 de marzo de 2020

Nitro

Nitro
Una historia explosiva que no llegó a estallar


De la lectura de la magnífica obra Viaje a Andalucía “Historia Natural del Reino de Granada”, del ilustre e ilustrado Simón de Rojas, se tuvo conocimiento de la existencia de unas extrañas y confusas sustancias minerales en algunas de las cuevas dispuestas por la vertiente norte de la sierra de Los Filabres, a la altura de Serón-Tíjola.
Con la intención de aportar algo de luz acerca de la naturaleza de estas sustancias químicas ‒una de color oscuro, y la otra, de color claro‒ y, tras un limitado estudio, consecuencia de los exiguos y dispersos datos existentes, se decidió centrar los esfuerzos y la inteligencia en el paraje llamado del Angosto, a tiro de piedra del río de las Herrerías, término municipal de Serón.
Quedó escrito en el Diccionario de Pascual Madoz que, allá por el 1845, se descubrió por la zona unos depósitos minerales, cuyo análisis químico determinó, de una manera un tanto imprecisa para las nociones actuales, que estaban formados por compuestos de potasio-sodio y nitrógeno; traducido a los cánones químicos actuales, un compuesto perteneciente a la clase de los Nitratos. Estos depósitos minerales se hallaban al abrigo de la intemperie, en cuevas, simas… en oquedades del macizo rocoso.
La importancia de este explosivo hallazgo radica en la fabricación mediante el empleo de esta sustancia, entre otras cosas, de pólvora.
Para su beneficio, relata Madoz, «[…] se construyeron 3 fábricas llamadas de los Amigos, Sta. Ana y la Consoladora», y añade, «cuyo último edificio merece llamar la atención de los inteligentes».
En base a la poca información disponible, se resolvió empezar la búsqueda de estas sustancias junto al Cortijo de la Fábrica, topónimo éste coincidente con lo expuesto por Madoz, y que se sitúa al pie de una zona montañosa, parcialmente calcárea, propensa a la existencia de cuevas, localizado todo el conjunto en la zona más angosta del paraje del Angosto.
Imagen: Este es el semblante que ofrece la parte más oriental del Cerro del Pinar visto junto al Cortijo de la Fábrica. A la altura donde rompe la pendiente se pueden intuir varias oquedades en la roca calcárea, una de las cuales está acompañada de una imprecisa, vetusta e intermitente vereda, potencial indicio de explotación minera en el pasado. Hacia dicho enclave se dirigieron nuestras esperanzas.
Imagen: Continuando por la apenas perceptible vereda se observa, al final de la misma, la entrada a la cueva. En el paisaje podemos apreciar que el angosto lugar se encuentra en una cerrada del río de las Herrerías. En último plano de la fotografía, casi mimetizada con el azul del cielo, la grisácea silueta de la sierra de Las Estancias.
Imagen: Parecida perspectiva que la estampa anterior, algo más cercana a la gruta y más orientada a Levante. Se ve el cauce del río. La existencia de las tres fábricas para tratamiento del mineral en las inmediaciones de la corriente obedece a la necesidad de utilizar el agua en el proceso productivo.
Imagen: Dando la bienvenida a las entrañas de Los Filabres una placa con su debido nombre: “Cueva de la Sarna”.
Imagen: Espléndida panorámica la que se disfruta desde el acceso a la caverna: la sierra de Los Filabres y, perpendicular a ella, el río de las Herrerías, por el que circula el preciado líquido de estas áridas y sedientas tierras almerienses, hasta ir a unirse con el cauce que vertebra toda la comarca, el río Almanzora; un «ramblón traidor», según palabras de Simón de Rojas.
Imagen: La entrada a la cueva. En el pasado, a bien seguro, no apreciarían tan luminosa y acogedora la llegada a esta oquedad, ya que, su perturbadora denominación, «Sarna», se cuenta por el lugar que proviene por ser refugio, en épocas no tan remotas históricamente, de personas que padecían esta enfermedad contagiosa. La oscuridad de su interior sigue manteniendo secretos de tiempos pasados y de sustancias minerales presentes.
Imagen: Primera estancia de la gruta, iluminada por la luz proveniente del mediodía.
Imagen: Una de las dos raras e indeterminadas sustancias que aparecen en la cueva: la de color oscuro.
Al respecto de la naturaleza de este material, a principios del siglo XIX, el ilustrado Simón de Rojas dejó sentado en su manuscrito: «En un tajo de la caliza […] sale el asfalto por las infinitas rendijas que la peña tiene, yo le hallé durísimo y en ninguna parte fluido formando chorreaderos y cortes y largos que el betún formaba pelotoncitos achatados por la parte pegada a la peña o sólo manchaba a ésta de color negro.
[…] La explicación vulgar del País es que este betún es sudor del aceite que dejaron allí escondido los Moros.
[…] El asfalto de la Cueva fue objeto de muchas discusiones y meditaciones. […] El sabor y el olor del betún es ingrato, igual al de cagarrutas, de éstas hay por allí muchas que deja el ganado. […] El asfalto se derrite y ablanda un poco con el calor de la mano, a que se pega, pero no al fuego común. Desechada la opinión vulgar, restaba explicar el sabor, olor del betún, tan parecido al de las cagarrutas, éstas pisadas, deshechas y mezcladas con orines por las mismas reses que suelen retirarse allí y con humo por sus pastores podían producir el betún que sólo se observa en la parte inferior donde pudieran desparramarse las reses; algunos pedazos del betún caídos en el suelo están efectivamente mezclados con cagarrutas enteras o hechas polvo y pelos. Pero la fluidez del betún, su salida por las grietas precisamente en donde es inconcebible que pudiera introducirse la mezcla dicha, el olor de las piedras de donde sale, que no parece pueda penetrar el orín, etc. hacen del todo inadmisible la explicación; no es extraño que el betún, en su fluidez, se mezcle con lo que encuentre cuando forma una delgada y lustrosa costra sobre la piedra, se parece ésta a la que el humo forma; pero el humo nunca forma masas redondeadas, ni que fluyan, ni que tengan carácter alguno de los que lleva siempre nuestro betún. Éste se ve también donde no está nada ahumado. Los pastores señalan sus reses con alquitrán, que en otras partes llaman miera. ¿No puede derramárseles el caldero y ser éste muestro betún? El alquitrán es substancias de caracteres muy diversos, no fluiría por las rendijas varios veranos sucesivos.
[…] Me nombran cuatro cuevas majadas en que han observado el mismo fenómeno. […] Por donde sale su betún no hay nada ahumado y pocas cagarrutas […]».
Pues bien, pasados unos doscientos años de las meditaciones de Simón de Rojas y sus congéneres, después de ver, estudiar y analizar este esquivo material, sigue en la más absoluta oscuridad el nombre de esta diantre y oscura sustancia.
Imagen: Unos enormes «ventanales» arrojan luz al interior de la caverna. Junto al río se entrevé el cortijo de la Fábrica, en el cual se daba «luz» al mineral que se extraía de ésta y otras cuevas cercanas, convertidas en, supuestamente, pródigas y esperanzadoras minas.
Imagen: La sustancia mineral que da origen a su búsqueda, entendimiento y redacción de este texto: la de color claro. Aquí está el sujeto de nuestras indagaciones: la encontramos, se ha dado con ella. Éste es el compuesto de potasio y nitrógeno que fue descubierto en 1845, motivando, más tarde, su explotación y la construcción de las tres fábricas de tratamiento de mineral.
Puede leerse en el manuscrito de Simón de Rojas al respecto: «[…] La pudinga que suda el asfalto suda en el mismo lado y cerca de aquel sal amarga, que los Naturales dicen ser harina escondida antaño por los Moros […]».
El mineral se presenta en un color blanquecino; más blanco donde se halla más puro, y, con un tono más grisáceo donde tiene más impurezas. Se trata de una eflorescencia que se manifiesta en multitud de pequeñas partículas unidas en forma de costra en contacto con la roca carbonatada, delgada en su espesor y de aspecto granular; siempre protegida la incrustación del rigor de la intemperie en el interior de la oquedad. El mineral es transparente, de un brillo vítreo y con un color de la raya blanco. Dureza dos en la escala de Mohs. Fácilmente soluble en agua. No es pleocroíco ni fluorescente. Sabe a solución salina y paladar refrescante.
Después de medir, comparar, probar… y mucho meditar, el juicio sentenció la especie mineral: NITRO.
Ambas sustancias han sido analizadas usando la técnica de difractometría de rayos X en la Universidad de Jaén, por la investigadora Isabel Abad, del Departamento de Geología.
De la primera sustancia tratada, la de color oscuro, podemos inferir que no tiene estructura cristalina, y por tanto, no es una especie mineral al uso.
De la segunda sustancia tratada se confirma el pronóstico obtenido: Nitro. Un mineral de la clase de los nitratos, en concreto, un nitrato de potasio (KNO3). El estudio del difractograma arroja que el mineral va acompañado de silvina y algo de yeso.
Ahora parece premonitorio el color de las sustancias en entredicho: la de color oscuro, seguimos sumidos en la oscuridad de su naturaleza; y la de color claro ha irradiado luz, dando a conocer algunos de sus secretos, al menos, su nombre.



Imágenes: Al ser una cueva calcárea, en todo su recorrido podemos recrearnos con las caprichosas y sorprendentes formaciones cársticas que el carbonato de calcio ha modelado con el favor indispensable del agua.
Imagen: La salida opuesta de la caverna.
Imagen: Un macho de cabra montesa vigila nuestras andanzas desde un alto de la sierra.
Imagen no disponible
La última fotografía nos la íbamos a dedicar a nosotros, mi amigo Martín y un servidor, por estar como cabras: a quién se le ocurre dedicarse a estos menesteres en un mediodía de agosto en Almería; pero por antojos del destino la hemos perdido. Eso que ha ganado el artículo y que se ha ahorrado de ver el lector de estas líneas.
Dado que el mineral en cuestión apenas si está citado en las fuentes españolas consultadas, y menos aún, fotografiado, se ha creído conveniente hacer esto último con garantía, lo cual invalida nuestra participación, requiriendo la maestría de José Escánez, al cual agradezco su buen hacer y disposición. Aquí se presenta el resultado:


Imágenes: Nitro. Fotografías de José Escánez.
Al terminar este relato no quiero concluirlo sin dar muestra de una pequeña reflexión que sobreviene al visitar el lugar. No deja de llamar la atención la construcción de tres flamantes fábricas para procesar el nitro, asumiendo que para alimentarlas el mineral debía extraerse de tres cuevas o simas, la mayor de las cuales es la que se ha referido aquí, y en la cual, sus dimensiones y las escombreras de sus labores no dan para tanta actividad. Supongo que con el propósito de fabricar explosivos tomando como base el nitro, algún cálculo que otro no se hizo bien, por lo que la historia no llegó a estallar. Las pequeñas minas y las fábricas cesaron en su actividad a los pocos años de su puesta en explotación.
Agradecer a todas las personas que me han ayudado en esta esclarecedora empresa, a saber, Martín Sánchez, Isabel Abad y José Escánez.

Juan Pedro Rubio

Bibliografía

- Clemente Rubio, Simón de Rojas. Viaje a Andalucía “Historia Natural del Reino de Granada” (1804-1809). Barcelona: Editorial Griselda Bonet Girabet, 2002.
- Madoz, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar. Madrid, 1849, tomo XIV, p. 198.

domingo, 22 de octubre de 2017

Victoria en Navajún: Piritas

El yacimiento de pirita localizado en el municipio riojano de Navajún es con toda seguridad uno de los mejores afloramientos de este mineral de España, y muy probablemente, a nivel mundial. En cualquier caso, se trata de un referente para la mineralogía, y esto es debido a lo extraordinario de ejemplares, sus magníficas dimensiones y, a la calidad y perfección de sus cristales.
Imagen: «Navajún», el municipio de La Rioja baja en el cual se halla el criadero.
Imagen: Calle de Abajo. Ésta es la vía por la que se accede al interior del pueblo desde la carretera. En la localidad viven algo más de una decena de vecinos.
El yacimiento se halla enclavado en plena sierra de Alcarama, encaramado en el barranco del Pedregal a unos 1.200 metros de altura, en el Sistema Ibérico. Se encuentra al sureste de la comunidad autónoma y provincia de La Rioja, Comarca de Cervera.
Imagen. Se puede leer en la placa: «Navajun. Partido de Cervera. Provincia de Logroño».
Imagen: El Moncayo. Vista desde la pista de acceso a la mina de esta imponente montaña, techo del Sistema Ibérico con sus 2.314 metros de altitud.
La denominación de la mina es «Ampliación a Victoria».
Imagen: Cartel situado a la entrada de la mina. Como puede comprobarse existe un error; no es «Vitoria», sino «Victoria».
La mena se halla diseminada en tres capas de lutitas cretácicas. El espesor de cada una de estas capas viene a ser de unos 2,5 metros; se encuentran inclinadas unos 15º. La primera capa o nivel inferior es donde la explotación ha sido y es más intensa. El nivel intermedio también se ha explotado, aunque en menor cuantía. El tercer nivel, el de mayor altura, permanece en reserva. A excepción, de una galería abierta en la segunda capa y una incipiente cámara en la primera, la concesión se puede decir, grosso modo, que está siendo beneficiada a cielo abierto.
Imagen: La mina. En la fotografía puede apreciarse una ligera inclinación (buzamiento) —15º— de las capas hacia las entrañas de la sierra. La capa de color más claro del tajo, situada bajo otra capa de rocas más competentes, es el nivel inferior (lutitas).
Para poder llegar a comprender la presencia y las inmejorables características de este yacimiento debemos de hacer un esfuerzo por intentar asumir las leyes de la naturaleza que han regido para el caso que nos atañe.
Hace millones de años, al final del período Jurásico y comienzo del Cretácico, toda esta región se encontraba en un contexto geológico continental de extensión, consecuencia ésta de la fragmentación y dispersión de Pangea.
El resultado se concretó para esta zona en la formación de una depresión del terreno —Cuenca de Cameros, en la cual se halla Navajún—. Hasta este lugar, llegaban transportados por las aguas los materiales rocosos —sedimentos— que eran erosionados de los relieves circundantes. En algunos de estos sedimentos dejaron alguna que otra huella los, hoy extintos, dinosaurios.
Imagen: Huella de dinosaurio estampada en la roca.
Este proceso, repetido a lo largo del inconmensurable tiempo geológico, dio lugar a la formación de estratos sedimentarios en la cuenca, que a causa de su peso ganaban profundidad, y por tanto, volvía de nuevo a sedimentarse otro nuevo estrato, ya que antiguos ríos no cesaban de contribuir con nuevos aportes sedimentarios. Al final se generaron miles de metros de espesor de materiales rocosos. En el seno de estos sedimentos, con el tiempo y las condiciones geológicas necesarias, se formará el mineral en cuestión.
La gran profundidad alcanzada por estas rocas sedimentarias hizo que aumentara en demasía la presión y la temperatura. Como secuela de esto, a gran profundidad bajo la superficie terrestre, esos materiales rocosos fueron impregnados por fluidos altamente calientes y enriquecidos en hierro y azufre.
En definitiva, en el período Cretácico, hace sobre 100 millones de años, se dieron todos los elementos y en su justa medida: azufre, hierro, elevada temperatura (del orden de los 350 grados centígrados) y presión…: obró la alquimia terrestre y surgieron millones de maravillosos ejemplares mineralógicos que la Ciencia ha tenido a bien en llamar: pirita —su fórmula química está compuesta por un átomo de hierro y dos de azufre (FeS2)—.
El último período de formación de montañas que se ha dado y se está dando en la actualidad, la orogenia Alpina, ha elevado hacia los cielos a todos estos materiales mesozoicos formando el Sistema Ibérico, y de sus entrañas, las piritas de Navajún.
Así se ha engendrado este magnífico, soberbio, grandioso,… yacimiento, del que podemos maravillarnos y disfrutar hoy en día en Navajún.
Estimaciones cifran en un millón de toneladas de pirita las que se pueden haber formado en la zona. Actualmente, se están extrayendo a un ritmo de 30 ó 35 toneladas al año.
Imagen: Minero en el tajo.
La pirita aparece tanto en ejemplares sueltos como en matriz, formando cubos individuales o agrupaciones de dos o más elementos. De manera mayoritaria adopta cristalizaciones cúbicas. Con escasa frecuencia en cristales cubo-octaédricos y formas aplanadas y alargadas. Raramente, tienen las aristas biseladas. Los tamaños median entre el milímetro y los más de 20 centímetros de arista (si bien son raras las de más de 5 cm). Las caras de los cristales suelen ser lisas. A veces, los cristales muestran maclas, como por ejemplo en forma de cruz de hierro.
Imagen: Piritas insertas en su matriz margosa. El agregado de enormes cristales de pirita se ha fotografiado en el interior de la mina, en el nivel inferior.
En esta zona de España se conoce popularmente a la pirita con muy diversos términos: espantalobos, tánabos, pitones, pisuelos, cantalobos...
Acompañando a la pirita, en el seno de las lutitas cretácicas, encontramos: clorita (cookeita —cristalizada como una fina envuelta o película alrededor de cristales de pirita—…), yeso, chamosita, minerales de manganeso…
La cookeita es una clorita no muy común, rica en litio, cuya fórmula es Al4Li[Si3Al]O10(OH)8. Es un filosilicato incoloro y transparente. Aparece formando parte de una asociación mineral, indicando que se ha sufrido metamorfismo de bajo grado.
El dueño de la concesión minera es Pedro Ansorena. Él encarna la segunda generación de mineros en la familia a cargo de la mina, cuya actividad la inició su padre en la década de los 60 del pasado siglo XX.
Imagen: Pedro Ansorena. Tanto Pedro como la fiera posaron muy amablemente delante de las labores de exterior e interior de la mina.
Imagen: El botín. Aquí aparecen todos los ejemplares que se recogieron en la mina. Todo este impresionante muestrario de piritas se obtuvo en 4 horas de trabajo.
Imagen: Mi señora, mi niña, lo que venga y mi perra, «piritizadas».
Imagen: Pirita, cookeita, chamosita y marga.
Imagen: Pirita, cookeita, chamosita y marga.
Imagen: Pirita, cookeita, chamosita y marga (colección Isabel Rubio).

Juan Pedro Rubio

Fuentes consultadas
- Alonso-Azcárate, J., Rodas, M., Bottrell, S.H., Mas, J.R., 2002. Los yacimientos de pirita de la Cuenca de Cameros. Zubía Monográfico, núm. 14, pp. 173-190.
- Pilar Mata, M., López-Aguayo, F., 2002. La cookeita asociada a la pirita de la Cuenca de Cameros: Estudios por microscopía electrónica de barrido y transmisión. Zubía Monográfico, núm. 14, pp. 155-172.
- Grupo Mineralógico Mulhacén (en especial, las contribuciones de Nim).


martes, 11 de julio de 2017

La Sagra: Un Pecio en el Altiplano Granadino

Emergiendo, imponente y solitaria del altiplano granadino, surge una singular y grandiosa masa rocosa conocida como La Sagra.
Su inconfundible silueta es visible desde multitud de alineaciones montañosas de todo el sureste español. Es igual, desde las sierras de Cazorla o Filabres, Nevada, María, Estancias, Segura, Seca, Castril…, se alza señorial en el paisaje.
La montaña recuerda los restos de un viejo naufragio. Da la distintiva forma de un navío con su casco vuelto al revés, con la quilla mirando al cielo y la cubierta posada sobre el fondo marino. Y algo así viene a ser, porque este prominente monte se eleva majestuoso sobre un irreconocible lecho que mucho tiempo atrás cubrían las aguas, hoy desaparecidas: un «pecio» en el altiplano granadino.
Con sus 2.381 metros de altitud se yergue como la cima más alta al norte de Sierra Nevada en todo el sureste peninsular, sólo superada en todas las cordilleras Béticas por las grandes cumbres de la citada sierra. Es el punto culminante de la Cordillera Subbética. También, ostenta ser el pico calizo más  elevado de Andalucía. Si nos atenemos a su prominencia, únicamente es superada en todo el territorio peninsular por el Mulhacén y la Torrecilla (Cordillera Penibética), Aneto (Pirineos), Torre Cerredo (Cordillera Cantábrica) y Almanzor (Sistema Central).
Por el nombre de La Sagra se conoce tanto a la sierra como al pico que la conforma.
La sierra de La Sagra se encuentra dentro de los términos municipales de Huéscar y Puebla de Don Fadrique, en especial, tanto por extensión como por hallarse la cumbre, en el primer municipio.
Imagen. La ruta.
Algunos de los datos más relevantes de la ruta son los que a continuación se indican:
- Mapas: Mapa Topográfico Nacional de España, 1:50.000, Canal de San Clemente, Hoja 929; Mapa Topográfico Nacional de España, 1:25.000, Pico de la Sagra, Hoja 929-II.
- Itinerario: Cortijo del Collado de Abajo (1.475 m) – el Embudo – Pico de la Sagra (2.381 m) – la Pedriza – Cortijo del Collado de Abajo (1.475 m).
- Tipo de vía: Pista, senda, a campo través y pedregal.
- Longitudes:
- Tramo Cortijo del Collado de Abajo – el Embudo – Pico de la Sagra: 3.700 m.
- Tramo Pico de la Sagra – la Pedriza – Cortijo del Collado de Abajo: 4.000 m.
- Total: 7.700 m.
- Desnivel: 906 m.
- Prominencia de la montaña: 1.408 m.
- Pendientes:
- Tramo del Embudo: 65 %.
- Tramo de la Pedriza: 65 %.
- Duración:
- Ida: 2 horas y 30 minutos.
- Vuelta: 1 hora y 15 minutos.
- Total: 3 horas y 45 minutos.
- Nivel de dificultad según criterios MIDE: severidad del medio natural: 3; orientación en el itinerario: 3; dificultad en el desplazamiento: 3; cantidad de esfuerzo necesario: 3.
- Acceso: En la Puebla de Don Fadrique se toma la carretera A-317 (indicación: Santiago de la Espada y Ermita de las Santas) (sentido oeste); posteriormente, se toma la GR-9100, hasta llegar a los Collados de la Sagra (Cortijo del Collado de Abajo).
- Observaciones: Existe la posibilidad de contemplar varios ejemplares de secuoyas gigantes en la zona de La Losa, a la altura de la carretera A-4301, justo al sur del cruce con la GR-9100.
El punto de partida de la ruta es el denominado Cortijo del Collado de Abajo (1475 m).
Imagen. La Sagra. Vista de la montaña desde el Cortijo del Collado de Abajo —hacia el sur—. Está orientada en dirección suroeste-noreste.
Empezamos a caminar por un camino de tierra que se dirige hacia el sur, en dirección a la sierra (el que se observa en la imagen anterior). Éste se comunica con la carretera a través de una verja.
La aproximación a la montaña es muy cómoda aprovechando esta vía. Ésta discurre por terreno claro y de sembrados al principio, ganando porte poco a poco la vegetación, arbustos y árboles más tarde, terminando el camino en un espeso pinar. Las especies son las típicas del bosque mediterráneo: encinas, pinos, enebros, sabinas…
Imagen. La pista entre el pinar. Al fondo, la característica forma del Embudo en su parte más alta. Detrás de la zona de mayor cota de la fotografía, a la derecha, se oculta a nuestra vista la ansiada cima.
El camino a seguir siempre va a ser el que se intuye en su traza como de mayor paso o relevancia, ya que en varios lugares del trayecto aparecen derivaciones. Al llegar a un punto del recorrido con una bifurcación muy bien marcada se tomará el camino de la derecha.
Imagen. La bifurcación.
Imagen. El pinar gana en densidad: nos acercamos al Embudo. El pertinaz arbolado consigue ocupar la escarpada falda de la montaña hasta los 1.800 metros de altitud aproximadamente.
Imagen. El camino se transforma en una senda bajo el pinar.
La variedad de pino que sirve de cobijo a las inclemencias del tiempo es el pino salgareño (Pinus nigra salzmannii).
De repente se tropieza con los despojos pedregosos amontonados en la parte baja del Embudo. Los pinos dejan de brindarnos su amparo y la senda poco a poco se desvanece para convertirse en un campo a traviesa por la fuerte ladera: comienza el verdadero abordaje al casco de La Sagra.
Imagen. Iniciando el ascenso por el Embudo se levantan unos inmensos acantilados calcáreos, restos ruinosos del lecho de un antiguo mar, allá por el período Jurásico. Que de esos lodos mesozoicos vengan estos relieves cuaternarios se debe a la actual Orogenia Alpina.
Imagen. La masa de derrubios marca el camino hacia la zona más angosta del Embudo, único paso posible por esta zona, donde los abruptos e infranqueables escarpes rocosos dejan paso hacia la cresta de la sierra.
Imagen. El Embudo en su primer tramo. El terreno libre de arbolado y situado a una menor altitud es el paraje conocido como los Collados de la Sagra, lugar desde donde hemos partido.
Imagen. La vida abriéndose paso al borde del despeñadero.
Imagen. En las angosturas del Embudo.
Por este canal desaguan las bravas aguas precipitadas en parte de la ladera septentrional de La Sagra, haciendo camino en busca del río Huéscar o Bravatas, discurriendo al pie de la sierra para tributar sus aguas al río Guadalquivir.
Resulta sumamente asombroso, pensar que podríamos denominar al río conocido por los nombres de Huéscar o Bravatas, por extensión, también como Guadalquivir, y no estaríamos del todo errados, ya que estudios recientes han determinado que el nacimiento natural del gran río de Andalucía se situaría en la Fuente de los Agujeros, sita en el barranco homónimo, afluente éste del río Huéscar, en la sierra de Guillimona, perteneciente todo este conjunto al macizo de la Sierra de La Sagra. Dicho paraje podemos situarlo en la fotografía en la alineación montañosa que aparece en la zona superior-derecha. En modo alguno, esto viene a cambiar el hecho de que el nacimiento oficial del río quede ubicado en la Cañada de las Fuentes, dentro del municipio jiennense de Quesada, en la Sierra de Cazorla.
Imagen. El Embudo, algo más arriba, en su franja media-alta.
La zona conocida como el Embudo no deja de ser desde el punto de vista natural un torrente de montaña. En él se distinguen las tres grandes partes características de estos cauces: la parte alta —desde donde está tomada la instantánea—, o cuenca de recepción, en la cual se recogen las aguas torrenciales y se produce una fortísima erosión; la zona media, o canal de desagüe, lugar estrecho y profundo, con una marcada forma en sección de «V» —distinguible perfectamente en la fotografía, al perfilarse sus paredes con el verde del pinar—; la parte baja, o cono de deyección, en el cual predomina la sedimentación de todos los materiales desgajados de más arriba —correspondiéndose con el pedregal que inicia la ascensión del Embudo—.
Imagen. La parte más alta del Embudo.
Se intuye la característica forma de anfiteatro de la zona más alta del torrente. A estas alturas, las calizas jurásicas que conforman esta fracción del macizo están acompañadas por una escasa vegetación de alta montaña, como pueden ser los piornos.
Se descubre la inclinación de los estratos de calizas hacia el sureste —hacia la vertiente contraria a la del Embudo—. Éste en apariencia íntimo detalle rocoso, es un factor determinante en la existencia, forma y silueta de esta magnífica e imponente montaña.
Imagen. El Embudo visto desde la cresta de la sierra. La pendiente ronda el 60 %.
Imagen. La cresta de la sierra hacia Levante.
Una vez superado el Embudo, se coge una cómoda senda, hacia la derecha (suroeste), que conduce a lo largo de la cresta de la montaña, «por la quilla del barco hundido», hasta la mismísima cumbre.
Imagen. Fósiles de antiguas criaturas —bivalvos—, del período Jurásico, amalgamados con el antiguo barro calcáreo de un añejo mar, dando lugar a una roca caliza. Muestra recogida en la ladera septentrional de La Sagra.
Aquí tenemos la prueba irrefutable de estar moviéndonos sobre el fondo marino de un antiquísimo océano —el Mar de Tethys—, en sentido figurado: «un pecio en el altiplano granadino».
Imagen. El Pico de la Sagra a tiro de piedra.
Imagen. En la cumbre de La Sagra. Al fondo, el Parque Natural de la Sierra de Castril.
Según el Instituto Geográfico Nacional el vértice geodésico de la Sagra se encuentra a 2.381 metros sobre el nivel del mar en la ciudad de Alicante. Como puede apreciarse sobre el hito existe cierta discrepancia en referencia a la altura.
En la base de una las facetas del poste se halla una caja metálica que alberga el «Libro de Visitas» de la cima.
Se invierten unas 2 horas y 30 minutos en recorrer unos 3,7 kilómetros y salvar algo más de 900 metros de desnivel, que dista la cumbre de La Sagra del punto de partida de la ruta, los Collados de la Sagra.
Imagen. El grupo al completo posando junto al vértice. De derecha a izquierda: José Carlos, Pepe, Ana, servidor y Paco.
En el descenso se emplea 1 hora y 15 minutos en andar los 4 kilómetros que separan la cima del inicio-final de la ruta. El itinerario es el mismo, con la salvedad de la bajada, que se perpetra por la Pedriza, situada algo más al noreste que el Embudo y paralelo a éste, alcanzándola al seguir la senda que atraviesa toda la cresta.
Imagen. Un desamparado dando sus primeros y vacilantes pasos por el inicio de la Pedriza.
Alguien con una buena técnica de bajada por estos terrenos pedregosos puede cubrir el enorme desnivel existente en la Pedriza en un tiempo mínimo.
Imagen. La Pedriza vista desde arriba.
El acanalado canchal no deja de ser un depósito rocoso, un peñascal, formado en la ladera de la montaña a una elevada altura por la acción de la meteorización física (acción hielo-deshielo).
La pendiente, de enorme extensión, continua y mantenida en su ángulo, rondando el 60 %, puede hacer de la bajada una experiencia vertiginosa, e incluso divertida, no exenta de riesgos.
Imagen. Ejemplares de pino salgareño, a media ladera, recortándose contra el paisaje.

Juan Pedro Rubio

Fuentes consultadas

-          Mapa Topográfico Nacional de España
-          Mendikat: Sagra, La (2.381 m)
-          Wikipedia


miércoles, 5 de julio de 2017

XXI Feria de Minerales y Fósiles de La Unión 2017

Imagen. Cartel anunciador de la Feria.
Imagen. El antiguo mercado. Éste es el lugar de La Unión donde se celebra el evento.
La adquisición de minerales llevada a cabo este año en la Feria puede calificarse como de sumamente provechosa.
Se ha podido agrandar, en cantidad y calidad, la colección con los ejemplares mineralógicos que a continuación se indican.
Imagen. Ejemplar de categoría gema: Isabelita.
Posa con el primer mineral de su colección, regalo de su papá: una esmeralda.
Imagen. Magnífico prisma hexagonal de berilo de color verde, por tanto, variedad esmeralda. La parte superior está culminada por un ejemplar de molibdenita.

Imagen. El mismo ejemplar en otra instantánea.
Imagen. Oro. Cuarzo aurífero procedente de Rodalquilar, Níjar, Almería; del mítico filón 340.
Este era el principal objetivo de la feria de este año, puesto que se ya se ha invertido bastante tiempo en la infructuosa búsqueda de este mineral en la escombrera de esta mina.
Al apreciarlo en el estand del paisano Ángel Romero no albergué la más mínima duda en su adquisición.
Imagen. Plata. Origen: Corta Santa Matilde, Las Herrerías, Cuevas de Almanzora, Almería.
Otro de los objetivos principales cumplido. El hecho de haber colmatado la corta, la valía del propio mineral y su procedencia almeriense, hacían imperioso la adquisición de un ejemplar para la colección. Regalo de Ángel Romero a un servidor.
Imagen. Fluorita. De la mina Jaimina, Caravia, Asturias. En el interior de la masa cristalizada se pueden observar numerosas inclusiones de calcopirita y, posiblemente, cinabrio.
Imagen. Rutilo y hematites (variedad especularita).
Imagen. Esfalerita y cuarzo (variedad prasio). El hecho de que los innumerables prismas hexagonales que pueblan esta muestra estén ligeramente coloreados de verde, hace que pertenezcan a la variedad prasio.
Imagen. Detalle del ejemplar anterior. Fotografía presentada al concurso de fotografía del Grupo Mineralógico Mulhacén.
Imagen. Prehnita. Proviene de la cantera de Oficarsa, ubicada en las proximidades de Carchelejo, Cárcheles, Jaén.
Su adquisición se debe a la destrucción del yacimiento y a lo aparente del ejemplar.
Imagen. Otra perspectiva de la prehnita. En la parte inferior está acompañada de la roca encajante, ofita.
Imagen. Blenda acaramelada. Procede de la mina Las Mánforas, Áliva, Camaleño, Cantabria.
Otro de los principales objetivos cumplidos. Esta variedad de esfalerita y su lugar de origen, la mina que mejores ejemplares de esta especie mineral ha dado en el mundo, sumado, a que rocé sus instalaciones en la ascensión a Peña Vieja en los Picos de Europa, hacía su adquisición más que deseable. El toque verdoso también ayudó.
Imagen. Apatito (variedad fluorapatito). Originario de la mina de Nuestra Señora del Carmen (La Celia), Jumilla, Murcia.
Imagen. Hemimorfita.
Apuntar la curiosidad, de que el puente utilizado para el transporte del mineral extraído de la mina de la cual procede esta muestra, a pie de mina y colgante, fue el que sirvió de inspiración para la construcción del famoso puente Golden Gate, de San Francisco, en Estados Unidos.
Imagen. Pirita. Cómo no, de Navajún, La Rioja.
El complejo de maclas que presenta en la parte superior hizo que no pudiera resistirme.
Imagen. Pirolusita.
Gusta hacerse con un ejemplar autóctono de la zona donde se celebra la feria, en este caso, de Cartagena, Murcia. Los hábitos con que aparece el mineral la hacen algo más interesante.
Imagen. Actinolita, hematites (rosa de hierro), albita y magnetita. Asociación mineral originaria de las Canteras de Macael, Almería.
La diversidad mineral, la representatividad de estos minerales en el yacimiento y la proximidad geográfica, determinó su compra: una muy buena pieza.
Para finalizar, un buen propósito para el año que viene: aprender, aunque sea en su grado más básico, a fotografiar minerales. Muchas de las muestras, aquí expuestas, desmerecen por el poco oficio que al respecto tiene un servidor.
Juan Pedro Rubio

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